N° 250
Los autores de la nota, licenciados Marianela Sarabia y Pablo Dragún, economistas del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina, afirman que América Latina “enfrenta la necesidad de diversificar su estructura industrial, no solo para superar la restricción externa, sino para garantizar la integración territorial como social y productiva”. Al respecto, y luego de analizar las sinergias establecidas entre la Argentina y Brasil en materia de crecimiento en la última década, con la salvedad de los altibajos registrados en 2012, convocan a “redoblar el desafío de la integración regional y la estrategia vinculante de la inserción conjunta en el plano global”.
A partir de considerar que “una industria moderna e integrada a la economía mundial tiene un papel determinante en el desarrollo del país”, el Instituto de Estudios de Desarrollo Industrial (IEDI) de Brasil elaboró un estudio sobre los acuerdos preferenciales de comercio (APC) en los que está involucrado el socio mayor del Mercosur tanto en el ámbito regional como internacional, y respecto de la posición que debería adoptar el gobierno ante la proliferación de nuevas iniciativas.
Mientras Doha sigue rondando el pasado, las declaraciones políticas dignifican al Mercosur y Europa fortalece su alianza atlántica aunque sin lograr sortear las vallas de su incertidumbre, China gana valor agregado y el Pacífico brío potencial, en tanto el dinamismo asiático cobra mayor protagonismo comercial. Las transformaciones del escenario internacional, sumadas a los virajes que propician las arduas negociaciones entre mega/bloques, hablan por sí del ocaso de los acuerdos multilaterales del pasado, de las pujas actuales y los entornos futuros.
El licenciado Miguel Polanski, es economista/UBA y acredita una extensa y destacada trayectoria como consultor de empresas industriales, energéticas y agropecuarias. En esta nota analiza la competitividad del sector manufacturero y señala que “la industria adoleció de la misma apatía exhibida por otros sectores, como el agro o la construcción, que intentaron crecer de manera aislada sin considerar la sinergia que podían (y deben) generar entre ellos”.
El 23% de las pequeñas y medianas empresas industriales de nuestro país realiza acciones de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) -35% entre las de mediana dimensión y 22% entre las menores- principalmente a través de donaciones a fundaciones, organizaciones no gubernamentales u otras instituciones sociales o ambientales o bien con la implementación de acciones dirigidas a cuidar el medio ambiente, promover mejoras en la calidad de vida de la población de su comunidad, elevar el nivel de formación y el ambiente laboral de sus trabajadores, entre otras.
Las críticas más agudas se escucharon en la apertura y no a final. Ello ocurrió en el VI Coloquio Industrial que, sin la presencia de funcionarios nacionales pero con el fuerte apoyo de grandes y PyMES industriales, se realizó recientemente en la capital de la provincia mediterránea. En su discurso, Sergio Montagner -presidente de la comisión organizada de la reunión convocada por la Unión Industrial de Córdoba- sostuvo que con el actual escenario “nos llenamos más de incertidumbres que de certezas” y al pasar revista de los problemas que hoy dificultan la actividad de las empresas se detuvo en las restricciones a las importaciones de insumos, la falta de rentabilidad, el retraso en el reintegro de impuestos, la presión fiscal, la pérdida de competitividad, entre otros.
Cuatro complejos exportadores concentraron en 2012 el 58,8% de las ventas externas argentinas. Se trata de los complejos: oleaginosos (soja, girasol y otros productos) con 23,9%; cerealeros (maíz, trigo, arroz y otros productos) con 13%; automotriz con 12,6% y petrolero-petroquímico (petroquímica, petróleo y gas) con 9,3%. En 2011 habían representado el 58,3% del total exportado por el país.
Siendo palabra “santa” para unos y vocablo “provocativo” para otros, la semántica del término cobra sentido en el campo de la producción. No se puede ignorar su incidencia sistémica, dado que compromete el desempeño empresarial; aunque por sobre los esfuerzos individuales, dado su carácter colectivo, admite y promueve discusión. Al evaluar 110 variables entre empresarios y fuentes oficiales, para el ranking internacional del World Economic Forum (WEF) la Argentina descendió posiciones que ganaron sus vecinos.
El impacto de la Línea de Crédito para Inversión Productiva (LCIP) implementada por el Banco Central de la República Argentina a través de la Comunicación “A” 5319 en el acceso de las pequeñas y medianas industrias al financiamiento y las dificultades planteadas en su aplicación, motivó una encuesta del Departamento PyMI de la Unión Industrial Argentina y un capítulo de un informe de la Fundación Observatorio PyME.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL- invitó a un grupo de brillantes economistas a participar en el seminario “Neo estructuralismo y economía heterodoxa” rebautizado, no sin ironías, como “el neo estructuralismo y sus amigos” por el uruguayo Luis Bértola a quien la palabra estructuralismo le parece demasiado rígida (por no decir estructurada) para descifrar los tiempos que corren. Lejos de abrir un debate semántico, lo cierto es que desde Robert Boyer y su Teoría de la Regulación, como ejemplo, hay enfoques que ofrecen mayor plasticidad para entender el cambiante mundo en el que nos movemos.